domingo, 10 de febrero de 2013

AL FIN LLEGARON LOS OCHENTA


Alrededor de las seis de la mañana, mi gato Melkyan me despertó como lo hace todos los días. Al ver la belleza del domingo que comenzaba, no dudé un instante en salir a recorrer mis primeros ochenta kilómetros. Mi cuerpo los necesitaba, pedía a gritos que saliera a pedalear por la famosa Ruta 2. Estaba un poco alienado de tanta computadora y conectarme con la soledad del camino, le haría muy bien a mi parte espiritual. Preparé la mochila con el Camelback (carga unos tres litros), la llené con un  jugo preparado con un polvo especial que tiene todos los nutrientes necesarios para la hidratación, tomé una bolsa pequeña llena de almendras y partí con mucha seguridad interior hacia mi destino, poniendo en práctica el conocido "pedaleo alegre". Comprendí que, una de las premisas esenciales del cicloturismo es olvidarse del "cuánto falta", desprenderse del tiempo cronológico, disfrutar del paisaje, ir conectado con uno mismo, apartarse de los pensamientos y entregarse con el alma a los vericuetos de la ruta.


Así fui pedaleando sin esforzar los músculos, a una velocidad promedio de 17 km/hora y, sin darme cuenta llegué al famoso Cruce Etcheverry (queda a unos 32 km de mi casa en Ranelagh, Buenos Aires). 

Cuando, en otro momento, miré hacia el costado de la ruta y me encontré con ese camino de palmeras de una estancia típica de la región bonaerense, no pude evitar recordar el poema del primer libro SALVAJE (Edición Último Reino) que dice así: La casa de las palmeras / flota sobre tus ojos: / tiene la esencia del mismo amor. / Como las tardes de aquella vida / como los crepúsculos de aquella historia. / El lugar donde crece tu imaginación / tiene el sentido de la vida / y mi vida viene de tu sangre / y de ella crezco hacia el universo / y del universo regreso con estrellas. Es un enorme placer poder compartir un poco de mis historias poéticas con todos ustedes que, en algún lugar estarán leyendo las palabras que brotan de la misma esencia.

                                                                                       Juan Pomponio, 10 de febrero de 2013


Llegada al Cruce Etcheverry


Club de Golf Miralagos 
(la próxima vez le pregunto si puedo darme un chapuzón. Me quedé con las ganas.)

2 comentarios:

  1. Qué lindo poder participar de este viaje... Que seas colmado de bendiciones querido amigo poeta de alma. Abrazo

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  2. Muchas gracias querida Graciela por estar siempre ahí. Agradezco tus bendiciones de tu corazón y haré todo lo posible para brindarles todo lo mejor desde la travesía que emprenderé dentro de unos días.

    Abrazos de mucha luz

    Juan Pomponio

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